El Hábito 2 es el hábito de la misión personal, que, partiendo de la libertad y responsabilidad para afrontar las circunstancias que hemos adquirido con el Hábito 1, nos ayuda a definir cómo queremos vivir y qué resultados deseamos obtener. Somos capitanes de nuestra vida, dueños de nuestro destino. Nos toca aprender a imaginar, a visualizar, a crear con la mente lo que ambicionamos construir porque solo así podremos hacerlo realidad.
Ten un plan
Una historia de un padre anónimo
Cuando era pequeño tenía una dislexia muy marcada, tanto que me afectaba incluso a la hora de hablar. Necesité mucho tiempo y esfuerzo para aprender a leer y a escribir, lo cual repercutió negativamente en mi rendimiento escolar, sobre todo en los primeros años. Me gustaba el colegio y me lo pasaba muy bien con mis compañeros, pero odiaba el momento de hacer los deberes: demasiados enunciados que leer, demasiadas cosas que escribir. Aunque parecía condenado al fracaso escolar, mis padres no me permitieron abandonar mis estudios, por más dispuesto que yo estuviera a hacerlo. Logré terminar la E.G.B. primero, después B.U.P y, por fin, C.O.U. ¡Ni yo mismo me lo creía! La universidad fue más fácil: había superado la dislexia y había elegido una carrera que me encantaba, así que no tuve grandes problemas para acabarla.
Nada me gustaría tanto como ahorrarle a mi hijo los errores que yo cometí en mi niñez. Si bien él no tiene dislexia, es muy disperso y le cuesta trabajo concentrarse. ¡Y sus faltas de ortografía son legendarias! No podía evitar reconocer en él algunos de los rasgos que habían marcado mis difíciles inicios escolares. Por ello, me marqué como objetivo que llevara al día sus tareas del colegio, que corrigiera sus faltas de ortografía y que estudiara con regularidad. Todas las tardes me sentaba con él y todas las tardes terminábamos discutiendo. Precisamente yo no era capaz de comprender que se distrajera con una mosca.
Una tarde, cuando me disponía a entrar en su habitación para controlar cómo iba, me dijo que teníamos que hablar.
Me explicó que era consciente de lo importante que era para mí que él estudiara y sacara buenas notas y que comprendía mis razones. Sin embargo, había decidido que no podíamos continuar discutiendo un día sí y otro también. Sus estudios eran su responsabilidad y él tenía que asumirla. Así que había pensado en un nuevo objetivo: sacaría buenas notas, pero él se encargaría de organizarse.
Tenía tan claro cuál era su objetivo que le resultó muy fácil llevarlo a la práctica. He de admitir que fue mucho más complicado para mí respetar su decisión y no interferir en su organización. Cuando miro hacia atrás, veo que el esfuerzo de ambos valió la pena.
Cuestión de paradigmas
Reconozco que la reacción de mi hijo y la madurez que demostró cuando me expuso su objetivo y su plan para cumplirlo me impresionaron. A pesar de ello, dudé que fuera a ser capaz de lograrlo. Por mucho que deseara equivocarme, estaba convencido de que su voluntad flaquearía. Supongo que mi propia experiencia condicionaba mi paradigma, que nada tenía que ver con mi hijo.
Definir resultados antes de actuar
En cambio, mi hijo tenía muy claro que conseguiría su meta. Había definido los resultados que deseaba alcanzar antes de ponerse en acción: sacar buenas notas sin tener que abandonar ninguna de las actividades extra que hacía en su tiempo libre y, así, poder disfrutar del verano. Tener tan claros los resultados le ayudó a definir la estrategia a seguir para poder conseguirlo: programarse el tiempo que dedicaría a cada actividad.
Crear un Enunciado de Misión Familiar
por Tara West
Crear un enunciado de misión familiar es una parte importante de la historia familiar. No solo porque dicho enunciado de misión define lo que es importante para tu familia, sino también porque el enunciado de misión tiene profundas raíces históricas. Echemos un vistazo rápido a la evolución del enunciado de misión familiar.
El blasón
Este año nuestro tema de la semana de liderazgo escolar se inspiró en el libro Despereaux, de Kate DiCamillo. Esta es la historia de un ratoncito llamado Despereaux Tilling y su búsqueda para salvar a alguien a quien ama. Despereaux es un ratón único. A una edad temprana identifica lo que quiere en la vida y se dispone a hacer lo que sea necesario para lograrlo. No teme mostrarle al mundo quién es y en qué cree. Ese rasgo aparentemente tan simple fue el que inspiró a nuestro liderazgo escolar a proponer a todas las familias de nuestra escuela el reto de iniciar una búsqueda para identificar qué querían de la vida y cómo iban a lograrlo.
Durante la Edad Media las familias se identificaban por su blasón o escudo de armas. Debido a que se utilizaban principalmente en los campos de batalla para identificar a los amigos o enemigos de una persona, solían tenían la forma de un escudo. Los símbolos utilizados en los blasones eran elegidos cuidadosamente para representar a un individuo o una familia. Hoy en día un blasón puede actuar como un enunciado de misión familiar. Puede representar el propósito y los valores de una familia y la razón por la que elegimos hacer o no hacer ciertas cosas: nuestros valores.
Crear un Enunciado de Misión Familiar
La creación de un enunciado de misión familiar es un proceso bastante simple, independientemente del número de personas involucradas. Por ejemplo, de nuestros 745 estudiantes, hay representadas 502 familias. Cada familia recibió una hoja de papel de 90 cm x 75 cm con la plantilla de un blasón que había sido dibujada por padres voluntarios y por nuestros fantásticos estudiantes de quinto curso. A cada familia se le dieron instrucciones para que creara su blasón rellenándolo de la siguiente manera:
- Algo que representara su apellido en el primer cuartel.
- Algo que representara uno o varios de los valores de la familia en el segundo cuartel.
- Algo que representara una tradición familiar en el tercer cuartel.
- Algo que representara lo que les gusta hacer juntos en el cuarto cuartel.
- El lema o divisa de la familia (una o varias palabras o una cita de acuerdo a la cual se rige la familia) en la banda inferior.

A las familias también se les entregó una lista de preguntas que podían plantearse en el caso de que necesitaran indicaciones para crear su blasón. Después de completar su blasón, las familias tenían que enviarlos de vuelta al colegio con sus hijos para que pudieran ser expuestos.
En total, nos trajeron 386 proyectos.
Como madre, me emocionó ayudar a colgar nuestro blasón y escuchar el entusiasmo de los estudiantes mientras caminaban por los pasillos y alrededor del gimnasio y veían el proyecto de su familia. No había dos proyectos iguales. Los padres comentaron que había sido una gran oportunidad para sentarse con sus hijos y reflexionar de verdad sobre quiénes eran como familia.
Después de un mes, comenzamos a descolgar los blasones. Los estudiantes se sentían realmente tristes porque los blasones dejarían de estar expuestos en las paredes de los pasillos. Entonces los padres empezaron a llamar al colegio pidiendo que sus hijos los llevaran de vuelta a casa para poder exhibirlos allí. Fue una gran satisfacción saber que esta actividad había tenido un impacto tan profundo en las familias de nuestro colegio. Personalmente, mi familia atesorará su blasón en los años venideros.
Ahora es tu turno. Crear un enunciado de misión familiar es un proceso gratificante que no solo establece expectativas dentro de la familia, sino que también consolida la historia de tu familia. Propongo a todas las familias que se tomen el tiempo necesario para crear un enunciado de misión familiar y comenzar con un fin en mente.
Continúa tu desarrollo personal en casa
Los 7 Hábitos de las personas altamente efectivas
Hábito 3: Pon primero lo primero
Hábito 4: Piensa en ganar-ganar
Hábito 5: Busca primero comprender, después ser comprendido
Octavo Hábito: Encuentra tu voz e inspira a los demás a encontrar la suya